En el parque de mi ciudad (Bolívar, Bs.As.) hay un pequeño lago, muy bonito por cierto. Pasé el día de la primavera allí y capture este instante de movimiento y quietud que reinaba en ese momento de renacimiento y juventud.
El sonido se hace eterno por un instante y nos transporta a lejanos paisajes, un instante tan solo basta para saber que el arroyo sigue su curso nutriendo las venas de nuestra tierra. La luz juega con nuestros ojos danzando en destellos angelicales para hacer eco del fondo estático y cercano.
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