fluye por el universo.
Concebida en el juego ardiente,
de la electricidad y el fuego;
nacida en el caos,
bendecida por truenos.
Desde la oscuridad atómica
de la materia inerte
la luz de los cielos,
penetró sus moléculas.
La energía divina
se refleja en ella,
portadora del secreto,
de todos los colores,
todos los sabores,
todos los olores,
y las vibraciones.
Su esencia vital,
determina el ser,
catalizador universal,
del pasado y el futuro,
determina el presente.
En sus múltiples facetas,
se hace presente,
atormentando las conciencias,
arroyando vanidades,
o castigando con su ausencia.
Dulce, salobre,
mineral, pura,
ácida, amarga,
límpida o turbia.
Elixir de la vida,
que alimenta los planetas,
intentan contenerte,
ignorando tu fuerza.
Pobres aquellos que no te veneran,
pagarán con sufrimiento,
secándose sus lenguas.
Incontenible deidad,
eres el trofeo
de la confusa lucha
entre el cielo
y el infierno.
Te escurres, esfumas,
escabulles en la niebla,
para renacer tan sólida
y frágil en la más blanca pureza.
X Ramior
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